La memoria: un tesoro

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La memoria es una de las funciones más importantes de nuestro cerebro, ya que nos permite almacenar, procesar y recuperar información que hemos aprendido o experimentado. Gracias a la memoria, podemos recordar nuestra identidad, nuestros conocimientos, nuestras habilidades y nuestras vivencias. Sin embargo, la memoria no es una capacidad fija e inmutable, sino que puede variar en función de diversos factores, como la edad, el estado de salud, el nivel de estrés, el estilo de vida o el tipo de información que queremos recordar.

En este artículo, vamos a explorar algunos aspectos relacionados con la memoria, como las formas de ejercitarla y potenciarla, las estrategias para prevenir y retrasar su deterioro, los métodos para detectar y tratar los problemas y las enfermedades que la afectan, las técnicas y los recursos para mejorarla, las formas de recordar y repasar lo que hemos aprendido y las claves para aprender y memorizar cosas nuevas y útiles.

Cómo ejercitar y potenciar la memoria y otras capacidades cognitivas

La memoria es una capacidad cognitiva que se puede entrenar y mejorar con la práctica. Al igual que el ejercicio físico fortalece y tonifica los músculos, el ejercicio mental estimula y refuerza las conexiones neuronales en el cerebro. Para ello, existen diversas actividades y ejercicios que nos ayudan a trabajar diferentes tipos de memoria, como la memoria sensorial, la memoria a corto plazo, la memoria a largo plazo, la memoria declarativa, la memoria procedimental, la memoria episódica, la memoria semántica o la memoria de trabajo.

Algunos ejemplos de ejercicios para potenciar la memoria y otras capacidades cognitivas son:

  • Juegos clásicos: como el «Simón dice», el «veo veo», el «tres en raya», el «ajedrez», el «dominó» o el «memory», que nos obligan a prestar atención, a seguir instrucciones, a planificar estrategias, a resolver problemas y a recordar información visual, auditiva o espacial.
  • Pasatiempos: como las sopas de letras, los crucigramas, los sudokus, las autodefiniciones, las búsquedas del tesoro o los laberintos, que nos desafían a buscar palabras, números, pistas o caminos, estimulando nuestra memoria verbal, numérica, lógica y visoespacial.
  • Aprendizajes nuevos: como aprender un idioma, un instrumento musical, una receta de cocina, una manualidad, un baile o un deporte, que nos exigen adquirir nuevos conocimientos, vocabularios, habilidades o destrezas, favoreciendo nuestra memoria semántica, procedimental y episódica.
  • Lecturas y narraciones: como leer libros, revistas, periódicos, cómics o blogs, o contar historias, anécdotas, chistes o sueños, que nos permiten ampliar nuestra cultura, nuestro léxico, nuestra imaginación y nuestra expresión, potenciando nuestra memoria semántica y episódica.
  • Ejercicios de estimulación cognitiva: como los que se pueden encontrar en plataformas digitales especializadas, que nos ofrecen una variedad de tareas adaptadas a nuestro nivel y a nuestras necesidades, que nos retan a mejorar nuestra memoria y otras funciones cognitivas, como la atención, la percepción, el lenguaje, el razonamiento o la planificación.

Estos son solo algunos ejemplos de las muchas actividades que podemos realizar para ejercitar y potenciar nuestra memoria y otras capacidades cognitivas. Lo importante es que sean variadas, divertidas, desafiantes y que se practiquen con regularidad y constancia.

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Cómo prevenir y retrasar el deterioro y la pérdida de memoria

La memoria, como cualquier otra función del organismo, puede verse afectada por el paso del tiempo y por el desarrollo de ciertas enfermedades o trastornos. Es normal que con la edad se produzcan algunos cambios en la memoria que no tienen que ver con la demencia o el alzhéimer, sino con el envejecimiento normal del cerebro. Estos cambios se manifiestan en una mayor dificultad para recordar información nueva, para acceder a información antigua o para mantener la concentración.

Sin embargo, estos cambios no tienen por qué ser inevitables ni irreversibles. Existen una serie de hábitos y consejos que podemos seguir para prevenir y retrasar el deterioro y la pérdida de memoria, y para mantener una buena salud cerebral. Algunos de estos hábitos y consejos son:

  • Hacer ejercicio físico con regularidad: el ejercicio físico favorece la circulación sanguínea, el suministro de oxígeno y nutrientes al cerebro, la producción de nuevas neuronas y la prevención de enfermedades cardiovasculares, diabetes u obesidad, que pueden afectar negativamente a la memoria.
  • Llevar una alimentación equilibrada y saludable: una alimentación adecuada debe incluir alimentos ricos en antioxidantes, vitaminas, minerales, ácidos grasos omega-3 y agua, que protegen al cerebro del estrés oxidativo, la inflamación, la deshidratación y la degeneración neuronal. Algunos de estos alimentos son las frutas, las verduras, los frutos secos, el pescado azul, el aceite de oliva o el té verde. Por el contrario, se debe limitar el consumo de alimentos procesados, azucarados, grasos o alcohólicos, que pueden dañar al cerebro y favorecer el desarrollo de enfermedades que afectan a la memoria.
  • Controlar el estrés y las emociones negativas: el estrés, la ansiedad, la depresión, la ira o el miedo son emociones que pueden alterar el funcionamiento del cerebro y la producción de hormonas como el cortisol, que puede dañar las células nerviosas y dificultar la formación y la recuperación de recuerdos. Para controlar estas emociones, se recomienda practicar técnicas de relajación, meditación, respiración o mindfulness, así como buscar apoyo social y profesional si es necesario.
  • Dormir bien y suficiente: el sueño es esencial para la consolidación de la memoria, ya que durante el sueño se produce la transferencia de la información de la memoria a corto plazo a la memoria a largo plazo. Además, el sueño también ayuda a eliminar las toxinas que se acumulan en el cerebro durante el día, y a prevenir el deterioro cognitivo y la demencia. Para dormir bien y suficiente, se recomienda seguir una rutina de sueño regular, evitar las siestas largas, limitar el uso de pantallas, cafeína o alcohol antes de dormir, y crear un ambiente cómodo, oscuro, silencioso y fresco en el dormitorio.
  • Mantener una vida social activa y satisfactoria: la interacción social es muy beneficiosa para la memoria, ya que nos obliga a estar atentos, a comunicarnos, a recordar nombres, fechas, datos o detalles, y a estimular diversas áreas del cerebro. Además, la vida social también nos aporta bienestar emocional, autoestima, apoyo, sentido de pertenencia y prevención del aislamiento, la soledad, el estrés o la depresión. Para mantener una vida social activa y satisfactoria, se recomienda participar en actividades de ocio, culturales, deportivas o solidarias, mantener el contacto con familiares y amigos, y conocer gente nueva con intereses afines.

Estos son solo algunos de los hábitos y consejos que podemos adoptar para prevenir y retrasar el deterioro y la pérdida de memoria, y para cuidar de nuestra salud cerebral. No obstante, si notamos que nuestra memoria se ve afectada de forma significativa, que nos impide realizar nuestras actividades cotidianas, que nos genera malestar o que va acompañada de otros síntomas, como confusión, desorientación, cambios de humor o de personalidad, se recomienda consultar con un profesional médico o neuropsicológico para descartar o diagnosticar posibles problemas o enfermedades que requieran un tratamiento específico.

Cómo detectar y tratar los problemas y las enfermedades relacionadas con la memoria

La memoria puede verse alterada o deteriorada por diversos factores, que pueden ser de tipo fisiológico, psicológico, ambiental o farmacológico. Algunos de estos factores son transitorios y reversibles, mientras que otros son crónicos e irreversibles. En cualquier caso, es importante saber cómo detectar y tratar los problemas y las enfermedades relacionadas con la memoria, para poder intervenir de forma adecuada y mejorar nuestra calidad de vida.

Algunos de los problemas y las enfermedades más comunes que afectan a la memoria son:

  • El olvido: el olvido es la incapacidad para recordar información que se ha almacenado previamente en la memoria. El olvido puede deberse a causas normales, como la falta de atención, la interferencia, el desuso o el paso del tiempo, o a causas patológicas, como el estrés, la depresión, el consumo de drogas, el traumatismo craneoencefálico, el ictus o la demencia. El olvido normal no suele afectar al funcionamiento cotidiano, mientras que el olvido patológico puede generar dificultades, malestar o deterioro cognitivo. El tratamiento del olvido dependerá de su causa, y puede incluir desde técnicas de repaso, organización o asociación, hasta medicación, rehabilitación o estimulación cognitiva.
  • La amnesia: la amnesia es la pérdida total o parcial de la memoria, que puede afectar a la capacidad de recordar información nueva (amnesia anterógrada) o información pasada (amnesia retrógrada). La amnesia puede deberse a causas orgánicas, como el daño cerebral, o a causas funcionales, como el estrés postraumático. La amnesia orgánica suele ser permanente, mientras que la amnesia funcional suele ser temporal. El tratamiento de la amnesia dependerá de su causa, y puede incluir desde fármacos, cirugía o implantes, hasta psicoterapia, hipnosis o sugestión.
  • La confabulación: la confabulación es la producción de recuerdos falsos o distorsionados, que pueden ser involuntarios o intencionados. La confabulación involuntaria puede deberse a causas neurológicas, como el síndrome de Korsakoff, o a causas psicológicas, como el trastorno de identidad disociativo. La confabulación intencionada puede deberse a causas motivacionales, como la mentira, o a causas sociales, como el efecto de la sugestión o la presión de grupo. La confabulación puede generar problemas legales, éticos o personales. El tratamiento de la confabulación dependerá de su causa, y puede incluir desde suplementos vitamínicos, antipsicóticos o antidepresivos, hasta terapia cognitiva, conductual o de realidad.
  • La demencia: la demencia es un síndrome que se caracteriza por el deterioro progresivo e irreversible de la memoria y otras funciones cognitivas, que afecta al funcionamiento diario, a la autonomía y a la personalidad de la persona. La demencia puede deberse a diversas causas, como el alzhéimer, el párkinson, el huntington, el lewy, la hidrocefalia o la infección. La demencia puede manifestarse con síntomas como el olvido, la desorientación, la afasia, la apraxia, la agnosia, la apatía, la depresión, la ansiedad, la irritabilidad, la agresividad o las alucinaciones. El tratamiento de la demencia dependerá de su causa, y puede incluir desde fármacos, estimulación cerebral o terapia génica, hasta cuidados paliativos, apoyo psicosocial o intervención familiar.

Estos son solo algunos de los problemas y las enfermedades que pueden afectar a la memoria, pero existen muchos más. Lo importante es estar atento a los signos de alerta, consultar con un profesional médico o neuropsicológico ante cualquier duda o sospecha, y seguir las indicaciones y recomendaciones que se nos den para mejorar nuestra salud y nuestra memoria.

Cómo usar y aprovechar las técnicas y los recursos para mejorar la memoria

La memoria es una capacidad que se puede mejorar con el uso de técnicas y recursos que nos facilitan el proceso de codificación, almacenamiento y recuperación de la información. Estas técnicas y recursos se basan en principios psicológicos que nos ayudan a organizar, estructurar, asociar, elaborar, visualizar, repetir o recuperar la información de forma más eficaz y eficiente. Algunas de las técnicas y recursos más utilizados para mejorar la memoria son:

  • La técnica de los lugares: esta técnica consiste en asociar la información que queremos recordar con una serie de lugares conocidos y ordenados, como las habitaciones de nuestra casa, las calles de nuestra ciudad o los puntos de una ruta. Por ejemplo, si queremos recordar una lista de la compra, podemos imaginar que colocamos cada producto en un lugar diferente de nuestra casa, y luego recorrer mentalmente la casa para recuperar los productos.
  • La técnica de las palabras clave: esta técnica consiste en asociar la información que queremos recordar con una palabra que tenga alguna relación fonética, semántica o visual con ella, y que sea fácil de recordar. Por ejemplo, si queremos recordar el nombre de una persona, podemos asociarlo con una palabra que rime, que tenga el mismo significado o que se parezca físicamente a ella.
  • La técnica de las historias: esta técnica consiste en crear una historia coherente y divertida que incluya la información que queremos recordar, y que tenga un principio, un desarrollo y un final. Por ejemplo, si queremos recordar una serie de datos históricos, podemos inventar una historia que los relacione entre sí, y que tenga un protagonista, un conflicto y una resolución.
  • La técnica de los acrónimos: esta técnica consiste en formar una palabra con las iniciales o las sílabas de la información que queremos recordar, y que tenga algún sentido o sonoridad. Por ejemplo, si queremos recordar los colores del arcoíris, podemos formar la palabra ROYGBIV, con las iniciales de los colores en inglés (red, orange, yellow, green, blue, indigo, violet).
  • La técnica de los acrósticos: esta técnica consiste en formar una frase con las iniciales o las sílabas de la información que queremos recordar, y que tenga algún sentido o gracia. Por ejemplo, si queremos recordar los planetas del sistema solar, podemos formar la frase Mi Vieja Tía Marta Juega Sola Un Naipe, con las iniciales de los planetas en español (Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno).

Estas son solo algunas de las técnicas y recursos que podemos usar y aprovechar para mejorar nuestra memoria, pero existen muchas más. Lo importante es que se adapten a nuestro tipo de memoria, a nuestro estilo de aprendizaje, a nuestro nivel de dificultad y a nuestro objetivo de memorización.

Cómo recordar y repasar los conocimientos y las habilidades adquiridas

La memoria no solo nos permite aprender y memorizar cosas nuevas y útiles, sino también recordar y repasar los conocimientos y las habilidades que hemos adquirido previamente. Esto es muy importante para consolidar lo que hemos aprendido, para evitar el olvido, para mantener nuestra competencia y para aplicar lo que sabemos a situaciones nuevas y diferentes. Para ello, existen algunas estrategias que nos ayudan a recordar y repasar los conocimientos y las habilidades adquiridas. Algunas de estas estrategias son:

  • La repetición espaciada: esta estrategia consiste en repasar la información que hemos aprendido con intervalos de tiempo cada vez más largos, en lugar de hacerlo de forma masiva o inmediata. Por ejemplo, si hemos aprendido una lección, podemos repasarla al día siguiente, a la semana, al mes y al año, en lugar de hacerlo todo el mismo día o el día antes del examen. De esta forma, evitamos la interferencia, la saturación y el desuso, y favorecemos la consolidación, la retención y la recuperación de la información.
  • La recuperación activa: esta estrategia consiste en recordar la información que hemos aprendido sin consultar la fuente original, sino utilizando nuestra propia memoria, y comprobando luego la exactitud y la completitud de lo que hemos recordado. Por ejemplo, si hemos aprendido una fórmula matemática, podemos intentar escribirla de memoria, y luego verificar si está bien o si nos hemos equivocado. De esta forma, evitamos el efecto de la ilusión de la familiaridad, y favorecemos el refuerzo, la corrección y la autoevaluación de la información.
  • La aplicación práctica: esta estrategia consiste en utilizar la información que hemos aprendido en situaciones reales o simuladas, que requieran de su aplicación o de su transferencia a otros contextos. Por ejemplo, si hemos aprendido un idioma, podemos practicarlo en una conversación, en un viaje o en una prueba de nivel. De esta forma, evitamos el efecto de la inercia del conocimiento, y favorecemos la generalización, la adaptación y la utilidad de la información.
  • La enseñanza: esta estrategia consiste en explicar la información que hemos aprendido a otra persona, que puede ser un compañero, un amigo, un familiar o un alumno. Por ejemplo, si hemos aprendido un concepto científico, podemos enseñárselo a alguien que no lo sepa, utilizando un lenguaje claro, ejemplos, analogías o esquemas. De esta forma, evitamos el efecto del falso consenso, y favorecemos la organización, la elaboración y la comunicación de la información.

Estas son solo algunas de las estrategias que podemos emplear para recordar y repasar los conocimientos y las habilidades adquiridas, pero existen muchas más. Lo importante es que se adapten a nuestro tipo de conocimiento, a nuestro nivel de competencia, a nuestro objetivo de aprendizaje y a nuestra situación de repaso.

Cómo aprender y memorizar cosas nuevas y útiles

La memoria es una capacidad que nos permite aprender y memorizar cosas nuevas y útiles, que amplíen nuestros horizontes, que mejoren nuestras capacidades, que nos enriquezcan como personas y que nos aporten beneficios en nuestra vida personal, académica, profesional o social. Para ello, existen algunos principios y consejos que nos ayudan a aprender y memorizar cosas nuevas y útiles. Algunos de estos principios y consejos son:

  • El principio de la motivación: este principio establece que aprendemos y memorizamos mejor aquello que nos interesa, que nos gusta, que nos divierte, que nos desafía, que nos beneficia o que nos satisface. Por lo tanto, es importante que elijamos temas, actividades o metas que nos motiven, que nos impliquen, que nos estimulen y que nos recompensen.
  • El principio de la atención: este principio establece que aprendemos y memorizamos mejor aquello a lo que prestamos atención, que nos llama la atención, que nos sorprende, que nos impacta o que nos emociona. Por lo tanto, es importante que eliminemos las distracciones, que nos concentremos, que nos involucremos, que nos impresionemos y que nos emocionemos con lo que queremos aprender y memorizar.
  • El principio de la comprensión: este principio establece que aprendemos y memorizamos mejor aquello que entendemos, que razonamos, que analizamos, que relacionamos o que criticamos. Por lo tanto, es importante que no nos limitemos a memorizar de forma mecánica o superficial, sino que busquemos el significado, la lógica, la estructura, la conexión o la evaluación de lo que queremos aprender y memorizar.
  • El principio de la repetición: este principio establece que aprendemos y memorizamos mejor aquello que repasamos, que reforzamos, que consolidamos, que recordamos o que recuperamos. Por lo tanto, es importante que no nos conformemos con un solo contacto o exposición, sino que revisemos, reiteremos, afiancemos, rememoremos o recobremos lo que queremos aprender y memorizar.

Estos son solo algunos de los principios y consejos que podemos seguir para aprender y memorizar cosas nuevas y útiles, pero existen muchos más. Lo importante es que se adapten a nuestro tipo de memoria, a nuestro estilo de aprendizaje, a nuestro nivel de dificultad y a nuestro objetivo de memorización.

Conclusión

La memoria es una de las funciones más importantes de nuestro cerebro, ya que nos permite almacenar, procesar y recuperar información que hemos aprendido o experimentado. Gracias a la memoria, podemos recordar nuestra identidad, nuestros conocimientos, nuestras habilidades y nuestras vivencias. Sin embargo, la memoria no es una capacidad fija e inmutable, sino que puede variar en función de diversos factores, como la edad, el estado de salud, el nivel de estrés, el estilo de vida o el tipo de información que queremos recordar.

En este artículo, hemos explorado algunos aspectos relacionados con la memoria, como las formas de ejercitarla y potenciarla, las estrategias para prevenir y retrasar su deterioro, los métodos para detectar y tratar los problemas y las enfermedades que la afectan, las técnicas y los recursos para mejorarla, las formas de recordar y repasar lo que hemos aprendido y las claves para aprender y memorizar cosas nuevas y útiles.

Enlaces y Referencias

National Geographic
Un diario autobiográfico