Hipertensión arterial

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Hipertensión: Consejos y recomendaciones

La hipertensión arterial es una enfermedad crónica que se caracteriza por el aumento persistente de la presión que ejerce la sangre sobre las paredes de las arterias. Es un factor de riesgo importante para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, cerebrovasculares, renales y oculares, que pueden afectar la calidad de vida y la supervivencia de las personas mayores.

La prevalencia de la hipertensión arterial aumenta con la edad, debido a los cambios fisiológicos que se producen en el sistema vascular, como la pérdida de elasticidad y el endurecimiento de las arterias. Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018 de México, más de la mitad de las personas mayores de 65 años presentan hipertensión arterial, y en muchos casos no está bien controlada.

El control de la hipertensión arterial en las personas mayores es fundamental para prevenir y reducir las complicaciones que puede ocasionar, como infarto de miocardio, angina de pecho, insuficiencia cardíaca, accidente cerebrovascular, demencia, lesiones de la retina, insuficiencia renal, entre otras. Además, el tratamiento adecuado de la hipertensión arterial puede mejorar la funcionalidad y la independencia de las personas mayores, y contribuir a su bienestar.

Para lograr un control óptimo de la hipertensión arterial en las personas mayores, se requiere una combinación de medidas farmacológicas y no farmacológicas, adaptadas a las características y necesidades individuales de cada paciente. A continuación, se presentan algunas recomendaciones generales para el manejo de la hipertensión arterial en las personas mayores de 60 años.

Medidas no farmacológicas

Las medidas no farmacológicas son aquellas que implican cambios en el estilo de vida y en los hábitos alimentarios, que pueden ayudar a prevenir, retrasar o disminuir la hipertensión arterial, así como a potenciar el efecto de los medicamentos. Entre estas medidas se encuentran:

  • Mantener un peso saludable. El exceso de peso es un factor que favorece el aumento de la presión arterial, y que además se asocia a otras enfermedades crónicas, como la diabetes y la hipercolesterolemia. Se recomienda calcular el índice de masa corporal (IMC), que es el cociente entre el peso y la altura al cuadrado, y mantenerlo entre 18.5 y 24.9 kg/m2. Para ello, se puede consultar con un profesional de la nutrición que oriente sobre el plan de alimentación más adecuado.
  • Reducir el consumo de sal. El sodio es un mineral que se encuentra en la sal y en muchos alimentos procesados, y que contribuye a la retención de líquidos y al aumento de la presión arterial. Se recomienda consumir menos de 5 gramos de sal al día, lo que equivale a una cucharadita. Para ello, se puede evitar añadir sal a los alimentos, sustituirla por especias o hierbas aromáticas, y leer las etiquetas de los productos para elegir los que tengan menos sodio.
  • Aumentar el consumo de frutas, verduras y cereales integrales. Estos alimentos son ricos en potasio, magnesio, calcio y fibra, que son nutrientes que ayudan a regular la presión arterial y a prevenir el estreñimiento. Se recomienda consumir al menos cinco porciones de frutas y verduras al día, de diferentes colores y preferiblemente frescas, y elegir cereales integrales, como el arroz, la avena, el trigo o el centeno, en lugar de los refinados.
  • Moderar el consumo de alcohol. El alcohol es una sustancia que puede elevar la presión arterial y afectar el funcionamiento del corazón y del hígado. Se recomienda limitar el consumo de alcohol a no más de una copa al día para las mujeres y dos para los hombres, y evitarlo si se tiene alguna enfermedad hepática o se toman medicamentos que puedan interactuar con el alcohol.
  • Dejar de fumar. El tabaco es una sustancia que daña las paredes de las arterias, favorece la formación de coágulos y aumenta la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Se recomienda dejar de fumar lo antes posible, y buscar apoyo profesional si se tiene dificultad para hacerlo.
  • Practicar actividad física. El ejercicio físico es beneficioso para el corazón, los vasos sanguíneos, los músculos, los huesos y el estado de ánimo. Ayuda a controlar el peso, a reducir el estrés y a mejorar la presión arterial. Se recomienda realizar al menos 150 minutos de actividad física moderada a la semana, como caminar, nadar, bailar o montar en bicicleta, y consultar con el médico antes de iniciar un programa de ejercicio.

Medidas farmacológicas

Las medidas farmacológicas son aquellas que implican el uso de medicamentos para reducir la presión arterial y prevenir las complicaciones. Existen diferentes tipos de medicamentos para tratar la hipertensión arterial, y cada uno tiene sus ventajas, desventajas, efectos secundarios e interacciones. El médico es el encargado de prescribir el medicamento o la combinación de medicamentos más adecuada para cada paciente, teniendo en cuenta su edad, su estado de salud, sus antecedentes, sus preferencias y sus objetivos terapéuticos.

Los objetivos terapéuticos son las cifras de presión arterial que se pretenden alcanzar con el tratamiento, y que pueden variar según las características y el riesgo cardiovascular de cada paciente. En general, se recomienda mantener la presión arterial sistólica (el número más alto) por debajo de 140 mm Hg y la presión arterial diastólica (el número más bajo) por debajo de 90 mm Hg. Sin embargo, en algunos casos, se puede recomendar un objetivo más bajo o más alto, según el criterio médico.

Para lograr un buen control de la presión arterial con los medicamentos, es importante seguir las siguientes recomendaciones:

  • Tomar el medicamento según la indicación médica, respetando la dosis, la frecuencia y la duración del tratamiento. No se debe suspender, modificar o cambiar el medicamento sin consultar con el médico.
  • Seguir un horario fijo para tomar el medicamento, y asociarlo a alguna actividad cotidiana, como el desayuno o la cena, para facilitar el recuerdo. Se puede utilizar un pastillero o una alarma para evitar olvidos.
  • Informar al médico sobre todos los medicamentos que se estén tomando, incluyendo los de venta libre, los suplementos, las hierbas y los remedios caseros, para prevenir posibles interacciones que puedan alterar el efecto de los medicamentos para la hipertensión.
  • Consultar al médico o al farmacéutico sobre los posibles efectos secundarios de los medicamentos para la hipertensión, y cómo manejarlos o prevenirlos. Algunos efectos secundarios comunes son el mareo, la tos, la debilidad, el dolor de cabeza, la impotencia y el edema.
  • Acudir a las citas médicas periódicas para evaluar la respuesta al tratamiento, y realizar los exámenes de laboratorio que se indiquen para monitorear la función renal, hepática y otros parámetros.
  • Medir la presión arterial regularmente en casa, con un aparato digital validado y calibrado, y llevar un registro de las cifras obtenidas. Esto ayuda a conocer el efecto de los medicamentos y a detectar posibles descontrol
  • Comunicar al médico cualquier síntoma o situación que pueda indicar un descontrol de la presión arterial, como dolor de pecho, dificultad para respirar, visión borrosa, sangrado nasal, confusión, debilidad o caídas.

Conclusión

La hipertensión arterial es una enfermedad frecuente y grave en las personas mayores de 60 años, que requiere un manejo integral y personalizado, que combine medidas farmacológicas y no farmacológicas. El objetivo del tratamiento es lograr un control óptimo de la presión arterial, que prevenga las complicaciones y que mejore la calidad de vida de las personas mayores. Para ello, es necesario el compromiso y la colaboración del paciente, el médico y el equipo de salud, así como el apoyo familiar y social. La hipertensión arterial en las personas mayores es un reto y una oportunidad para promover el

Enlaces y Referencias

Mayo Clinic
Salud